María Isabel Martínez López es catedrática de lengua y literatura española, Máster en Enseñanza del Español como lengua Extranjera y Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Tiene una dilatada experiencia como profesora de Lengua y Literatura en diferentes centros de Secundaria de Andalucía y como profesora de ELE en EE.UU. y en la Universidad de Granada. Ha sido entrevistadora de Español como Lengua Extranjera para el programa “Governor’s Honors Program” en Clayton College, Morrow (GA) (EE.UU.). Ha elaborado la Memoria de Verificación del Máster oficial universitario en Enseñanza del español como Lengua Extranjera de la Universidad Internacional de Valencia, donde imparte un taller de lectura y un taller de redacción en el Grado de Traducción e Interpretación y la asignatura del Máster en ELE: “Adquisición de segundas lenguas”, así como el complemento formativo “La gramática del español”. Ha dirigido numerosos Trabajos de Fin de Título y tutorizado alumnos del Máster de Secundaria.
Este curso 2019-2020 disfruto cada día enseñando a jóvenes de 16 años, en un instituto de Secundaria, Literatura Universal, una asignatura optativa de bachillerato del itinerario de Humanidades.
Nunca, en mi dilatada vida profesional, he tenido un grupo de alumnos tan interesante.
Cuando corregí, allá por el mes de septiembre, la prueba inicial, me sorprendí gratamente; observar lo fácilmente que los estudiantes olvidan, durante el verano, lo que uno ha puesto tanto empeño en enseñarles el curso anterior, suele ser una experiencia poco reconfortante, pero esta vez fue diferente.
Mis alumnas y alumnos habían elegido esta asignatura porque les gusta leer y escribir; a muchos les apasiona; conocen muchos autores y obras, considerando imprescindibles nombres como Cervantes, Shakespeare o Goethe y otros más actuales como María Dueñas, Pérez Reverte, Vargas Llosa, George R. R. Martin, Stephen King, muchos en torno a los 40 años de edad, como Laura Gallego, Kiera Cass, Jamie McGuire, Camilla Läckberg o Becca Fitzpatrick.
Sus preferencias a la hora de elegir un libro son variadas y reflejan, en gran medida, su personalidad y sus intereses: aventuras, fantasía, mitología, novela negra, suspense y misterio, amor, y un largo etcétera.
Son jóvenes de nuestro tiempo, nativos digitales que manejan las redes sociales y su pasión por la lectura encuentra en la Red un aliado, un instrumento sumamente útil.
Muchos de ellos utilizan habitualmente, para leer y escribir, sitios web como Wattpad, tienen cuentas literarias en Instagram, usan Booktube y tienen sus propios Blogs donde escriben y en los que reciben visitas y seguidores.
Durante nuestras clases, encontramos tiempo para la lectura, silenciosa o compartida, y también para comentar lo que leemos. Así aprendemos todos.
Leemos clásicos como La Iliada, La Odisea, las tragedias de Shakespeare o sus sonetos, Fausto o los relatos de terror de Poe, La Metamorfosis de Kafka, a novelistas norteamericanos como Hemingway o sudamericanos como García Márquez y sus cien años de soledad.
Pero ellos no se conforman con las lecturas propuestas por el currículo y por nuestro Departamento de Lengua, sino que leen mucho más, lo que les gusta, lo que les seduce.
Yo, por mi parte, premio esa pasión regalándoles un punto de extracrédito, que usan cuando lo necesitan, por cada dos libros extra que leen y presentan a sus compañeros. Las presentaciones son, a menudo, tan atractivas y generan tanto debate, que salimos del aula pensando que ese será el próximo libro que leeremos.
Cada día son más los alumnos que se unen a la fiesta de la lectura extra y del punto de extracrédito aunque muchos de ellos siguen presentándonos sus lecturas a pesar de tener ya consolidado el punto correspondiente.
Los beneficios de la lectura son tan evidentes que se hace casi innecesario citarlos: la riqueza de vocabulario, una correcta expresión escrita, una sólida cultura literaria, el desarrollo del sentido crítico, un rico mundo interior, una afición que les acompañará siempre, y, llegando un poco más lejos, podemos decir que los lectores magníficos suelen ser los líderes en su grupo de amigos o de clase, despiertan admiración entre ellos y son capaces de ayudar a compañeros menos avezados en la lectura y la escritura.
Compartiendo mi experiencia en el aula, comparto también una visión positiva y esperanzadora, poco habitual cuando se tratan estos temas.
Quiero decir que no todo está perdido, que hay jóvenes “enganchados” en el mejor sentido de la palabra, a la lectura, así que, aunque los docentes –de cualquier materia- solo consiguiéramos alentar en nuestros alumnos esta pasión, podríamos sentirnos satisfechos.
Termino esta reflexión con dos citas, una del Premio Nobel peruano, Mario Vargas Llosa: “Una sociedad que lee es más crítica y menos manipulable” y otra del filósofo Emilio Lledó: “Una sociedad que no lee, muere”.
En estos momentos del curso académico, ya casi en su ecuador, sé por qué este grupo de alumnos de Literatura Universal es tan interesante.